¿Chávez vive?

 

Dicen que “a rey muerto, rey puesto” y aunque Venezuela no sea una monarquía absoluta, el chavismo se ha empeñado en que lo parezca cada vez más. Todo el poder se concentra en una persona y la independencia de las instituciones es una fantasía constitucional.

Chávez llegó al gobierno con el cuento de la pobreza, el pueblo, la lucha contra la oligarquía y muchas patrañas más, pero cuando llegó a Miraflores se quitó la careta. Se vio en un palacio, se sintió un rey y se comportó como tal. Sus hijos han crecido como infantes cuya educación está basada en una inaceptable superioridad de la que se jactan para tratar al mundo como si por sus venas corriera sangre azul y no la de un tirano asesino. El enriquecimiento de su familia es una prueba de la más putrefacta forma de saqueo que nuestro país haya conocido. Se creyó tan rey que hasta decidió quién heredaría el trono. Y como no contaba con un tipo preparado para tal responsabilidad, en un ejercicio de vanidad decidió escoger al más idiota de todos para que nadie pudiera hacerle sombra o quitarle el “corazón del pueblo” al que llevaba años engañando y alimentando con limosnas.

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La designación de Nicolás Maduro fue eso, la coronación del hijo idiota al que el resto de los hermanos mira con envidia. Ese trono es el motivo por el que en las filas del régimen vuelan tantas puñaladas.

Como el heredero “Rey Bobo” no tiene el más mínimo vestigio de popularidad entre la nación a la que le exige que se deje gobernar como si de verdad estuviera compuesta por súbditos, recurre constantemente a la imagen del “rey padre” elevándolo como si se tratara de una deidad, exprimiendo incluso su voz para ver si con eso logra convencer a un pueblo al que el amor se le acabó el mismo día en que comenzó a pasar hambre.

¡Chávez vive! ¡Chávez vive! Es la letanía a la que recurren el heredero y todos aquellos que de alguna manera siguen sacándole rédito a la camiseta roja o a la fecha en la que el difunto rey por primera vez hizo correr la sangre por el suelo patrio como si fuera una epopeya.  No obstante, ante las amenazas y la poca afluencia de público a las diferentes convocatorias del chavismo uno se pregunta: ¿Chávez vive?

Saber que sus huesos reposan en el Cuartel de la Montaña –un forzado mausoleo para rendir honores a quien puede calificarse de todo, excepto héroe de la patria– podría ser suficiente para decir no, por supuesto que no. Sin embargo, la realidad es que sí.

Chávez vive en cada bolsa de basura que muchos venezolanos revisan para poder comer, en los montones de cadáveres que colapsan las morgues del país, en cada cartucho de balas que un GNB descarga contra un opositor. Chávez vive en cada empresa expropiada y arruinada, en cada cola para comprar comida, en cada uno de los barrotes que aprisionan a seres humanos por el simple hecho de pensar distinto. Chávez vive en cada funcionario público que viola la ley y sirve al régimen, en el abuso de los CLAP, en nuestras cifras de inflación, en la ineptitud de todos los ministros que nombró o los famliares que colocó, en el silencio del Banco Central de Venezuela.

Chávez vive en el cuerpo de los violadores de la jueza Afiuni, en el de los torturadores que controlan Ramo Verde, en las redacciones de los medios de comunicación que pretenden esconder lo evidente. Chávez vive en cada kilo de cocaína transportado con pasaporte diplomático, en cada caja de cartón que cobija a pobres inocentes, en las toneladas de alimentos podridos en Pto. Cabello, en la ruina de PDVSA, en cada contrato amañado. Chávez vive en las miles de muertes por falta de medicinas, en las ciudades a oscuras por el colapso del sistema eléctrico, en el plato vacío de millones de desempleados, en las innumerables peticiones de visado a cualquier lugar del mundo. Chávez vive en los lobos que disfrazados de corderos y aplicando la ley del embudo pretenden vender el mismo paquete allende los mares,  en el odio que sembró por donde pasaba, en la flojera de quien quiere tenerlo todo sin trabajar para conseguirlo, en los hipócritas que hablan de libertad pero han apoyado el desarrollo de esta tragedia. Chávez vive en cada uno de los indecentes que tratan de obligarnos a aceptar un régimen que no queremos. Ese es el verdadero legado del tirano de Sabaneta, por eso tenemos que recuperar el país, salir de la miseria para que no quepa duda de que está muerto, enterrado y nunca más nuestra tierra volverá a pasar por algo semejante.

Fotos:

Web

El Universal

ABC

El Nacional

El Mercurio

Yedzenia Gainza

http://www.yedzeniagainza.com

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