Para muestra un botón…
¨Je suis diplomatique, je suis diplomatique!!!!!! ¨ gritaba groseramente en un francés que daba más vergüenza que lástima y viceversa, un hombre con una prepotencia típica de aquél que se cree el ombligo del mundo, con aires de Primera Clase, pero que viaja bien arrinconado en Turista…
Así comenzaba una tarde más en el Aeropuerto de Barajas, donde un vuelo con destino a la cosmopolita, fascinante y tristemente peligrosa Caracas, estaba por despegar…
Todo el mundo aguardaba su turno y seguía las instrucciones de los empleados de la línea aérea que paciente, educada y justamente, pusieron en su sitio al grosero que ventilaba su carnet de funcionario consular… ¨Espere su turno, seguimos un orden y la profesión no es una prioridad¨.
El lamentable espectáculo causaba estupor entre los pasajeros que no sólo se sentían ofendidos por el ¨vivo de turno¨, sino también por saber que ese ¨vivo¨es quien nos representa desempeñando quién sabe qué labor diplomática, obviamente de la misma vergonzosa, corrupta y ridícula manera que se hacía notar entre el resto…
Esos venezolanos que pagan impuestos, hacen sus carpeticas para pedir permiso al gobierno venezolano para gastar su propio dinero, y aguantan infinitas colas para comprar harina de maíz, pollo, leche, azúcar… Esos venezolanos afortunados que se pueden permitir darle uso al pasaporte, aunque sientan ganas de esconderlo cuando personajes de tercera arrastran el gentilicio de una manera tan deprimente, esos mismos personajes que van por la vida ventilando ¨la chapa¨ mientras viven a costillas de todos…