Hasta el final
Hemos sufrido mucho durante muchos años. Hay quien más y quién menos, pero de alguna manera todos vivimos con el corazón asfixiado por la tiranía que desde hace cinco lustros azota nuestra amada tierra.
Nos hemos llenado de ilusiones y también de decepciones, hemos luchado de todas las formas imaginables y hemos fracasado muchas veces, pero también estamos curtidos, ya no caemos en trampas, ya no nos dejamos engañar. La dictadura ha puesto innumerables obstáculos y hemos conseguido superarlos con líderes que, como nosotros, también se han ilusionado, han sufrido decepciones y también han fracasado en más de una ocasión, pero al igual que nosotros han aprendido.
Hemos pedido unión y nos la han dado, pedimos cercanía y nos la han dado, pedimos una estrategia vencedora y nos la están dando.
Quienes no pudimos expresar nuestro voto le rogamos que votaran por nosotros a los que sí podían. Y no porque pudieran votar doble, sino porque al tener la posibilidad de ejercer un derecho que había sido negado a millones de personas, lo hicieran pensando también en nosotros, en los que no teníamos voz ante las urnas, que lo hicieran por los caídos cuyas vidas fueron cegadas mientras luchaban por esa libertad que cada vez tenemos más cerca, pero que los tiranos no nos van a dejar alcanzar con facilidad.
En todos estos años los venezolanos hemos luchado con sangre, sudor y lágrimas, y no es un lema ni una exageración. Ha sido sangre de verdad, sudor y lágrimas de verdad. Ya nos habría gustado que no se hubiera perdido ni una sola vida en el camino, pero el monstruo con sus multiples botas ha demostrado que le gusta el luto ajeno, le gusta vernos oprimidos, deprimidos, destrozados, para así bailar sobre las tumbas de nuestros compatriotas y reírse de nuestro dolor. Pero todo eso se acabó, este país se volvió a levantar para volver a pelear y esta vez tenemos el viento a favor.
Nunca hemos estado tan cerca de conseguir la libertad, nunca hemos estado tan cerca del nuevo amanecer que le espera a nuestro país y esta fase es la noche más larga de nuestras vidas, una noche que comenzó el 28 de julio y que verá salir el sol cuando por fin coronemos el sueño por el que hemos estado peleando con todo lo que tenemos. Como dicen por allí, el momento más oscuro de la noche es justo cuando ya está cerca el amanecer, así que no podemos quedarnos dormidos, no podemos dejarnos abrumar por la incertidumbre, el miedo ni la oscuridad. Tenemos que abrir bien los ojos y hacer nuestra parte. Ahora que la tiranía está más furibunda que nunca y ataca a la gente que tiene a su alcance, nosotros tenemos que ser la voz de nuestro país y allá donde estemos nuestro trabajo es defender la puerta que se abrió con la llave de votos que le pedimos.
Los venezolanos que votaron cumplieron, los que no votamos también tenemos que cumplir. Y todos, aquí, allá, donde sea, tenemos que seguir unidos, apretando, con paciencia y resistencia, sin perder el foco, sin perder las ganas ni la esperanza.
Y si alguien siente que le flaquean las piernas, se le caen los brazos y ya no puede más, que piense en la emoción de volver a encontrarse con sus amigos, su familia, en el cielo o las montañas que formaron parte de su infancia. Si alguien siente que la sombra de la dictadura le acecha, que se ponga de banda sonora cada una de esas pruebas que son de dominio público en las que se cuentan una y otra vez el resultado de las mesas electorales en distintos puntos del país. Verá entonces cómo se llena de energía, cómo sus extremidades recuperan fuerzas y se abre de nuevo la sonrisa en su rostro.
Hoy tenemos una nueva tarea y vamos a cumplirla, vamos a demostrar de qué está hecho este Bravo Pueblo que es mucho más que dos palabras contundentes en un hermoso himno. Vamos a seguir en pie hasta el final por nosotros, porque nosotros, sin importar dónde estemos, somos Venezuela.
Foto: Ronald Peña (Agencia EFE).