La otra Venezuela

 

Ya sabemos que el país está dividido entre mil y una características que el régimen decidió ponernos dejándonos más llenos de etiquetas que camionetica de pasajeros. Son tantas que me da mucha flojera enumerarlas. Como sea, lo más relevante de esa división es que parecen existir –más bien coexistir– dos Venezuelas. Según las etiquetas que nos pusieron estamos (queramos o no) a un lado o al otro, y algunos – los  más raros – están padeciendo las desgracias de una pero alabando las maravillas de la otra, la Venezuela donde no viven.

Un amigo al que me conviene más leer porque cuando me habla me encojo y dejo de escucharlo para poder jugar en sus largas y oscuras pestañas, me escribió esto: “De cualquier modo, en este país es imposible escapar de las orillas. Ni siquiera uno tiene que decidir dónde ubicarse, te ubican ellos (con fulano, con el periódico tal, a la derecha…).”  Y con esa perla que en un dulce parpadeo me hizo recuperar mi tamaño y me trajo de vuelta a la realidad, pensé en la otra Venezuela. Esa de la que el régimen habla, a la que sus seguidores defienden, pero que yo no veo por ninguna parte.

En la otra Venezuela no falta comida, no hay hampa, el Guaire es navegable, no hay presos políticos, el transporte público funciona, la policía no es corrupta, los hospitales están a todo dar, el agua cristalina sale de los grifos con una potencia envidiable, la luz nunca se va, las calles no tienen huecos, las universidades tienen recursos, la justicia se ciñe a la Constitución, la industria produce, el turismo tiene los hoteles completos, los sueldos alcanzan, no hay desempleo, los chamos juegan en la calle, el alumbrado público es copiado por la Champs-Élysées. Los gobernantes son hombres preparados y sobre todo, muy honestos, las farmacias tienen de todo, los médicos no pasan trabajo, los periodistas pueden decir lo que les parece, los medios de comunicación públicos son de todos, la burocracia se ha reducido a su más mínima expresión, se respetan los Derechos Humanos, y un sinfín de maravillas más.

La otra Venezuela tiene solamente un problema, el ser ingenua y generosa como María la del Barrio. Dicen que la Venezuela de la cuarta, la de antes (la de siempre) es la villana de la novela, la odia, se mete con ella,  se junta con el imperio para complotar en su contra porque siente envidia de su belleza y no quiere que se quede con el millonario protagonista (Petróleo Alejandro). Dicen que la de la cuarta es una vieja rencorosa que no soporta los quince años de juventud de la otra Venezuela, no le gusta ver que todo es una nota, que todo es “cheverito”, que viva contenta bailando calipso en plan “El Callao tonight, Guasipati tomorrow night”. En fin, le da envidia que tengan patria, tanta que hasta la regalen a tajadas entre sus amigos y todo el que les caiga bien.

Me pregunto: ¿Dónde está el agujero negro por el que se entra a ese mundo paralelo que es la otra Venezuela? ¿Bastará con la cédula? Digo, porque el pasaporte no me lo han entregado. ¿Estará al final de algún arcoíris de los que se forman en el Ávila o los cerros valencianos? ¿Habrá que agarrarse duro a una chalana, navegar pacientemente y dejarse llevar río abajo por el Salto Ángel? ¿Será un mundo submarino como el de Bob Esponja y me toca buscar debajo de Cayo Pelón? ¿La puerta de entrada a la otra Venezuela quedará allá donde nace el Relámpago del Catatumbo?

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A falta de vuelos al extranjero y viendo que todo es tan “cheverito”, a lo mejor todo el mundo está dejando el pelero para vivir en esa otra Venezuela. Nosotros los pendejos que hacemos cola, vivimos rodeados de malandros, no encontramos remedios, vamos de funeral en funeral (si hay urnas, claro) pasamos roncha para los pañales, nos echamos poquito desodorante, rendimos el champú con agua, el pollo lo vemos por televisión y nos han robado hasta la forma de caminar, deberíamos irnos para allá. He estado viendo Venezolana de Televisión y de pana que ese país es un paraíso. ¿Quién quiere vivir en este desastre donde la inflación nos come, la inseguridad nos diezma y la lucha por vivir parece una mezcla de Los Gritos del Silencio y Mad Max? –Perdón por no usar cine moderno, pero yo soy mayorcita, ya saben –.

Si alguno de los habitantes de la otra Venezuela me está leyendo, le pido por favor que nos diga dónde está la puerta. Donde comen dos comen tres, y supongo que la infinita generosidad del millonario Petróleo Alejandro no tendrá problemas en hacernos el regalito de permitirnos vivir como viven allí sus gobernantes, amigos, y su estrella más internacional, el chamo Cheverito.

No es por nada malo, los que estamos en esta Venezuela que ya no es de la Cuarta República sino de cuarta categoría tirando más bien a décima, queremos mucho a nuestro país, pero también tenemos ganas de vivir en paz, así como viven en esa Venezuela de ensueño donde todo es chévere. Tenemos ganas de irnos de parranda y cantarle a nuestras madres “Ahí viene la cabra mocha…”.  Si la otra Venezuela de verdad existe y no es un parapeto más hecho con cartulina y pega de barrita como nos tiene acostumbrados el régimen que conocemos, hágannos la segunda de abrirnos la puerta y nos vamos todos para allá.

 

 

Yedzenia Gainza

http://www.yedzeniagainza.com

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